Día 12: El amor deja que el otro gane
Si te pidieran que nombraras tres áreas en las que tú y tu cónyuge no concuerdan, es probable que pudieras hacerlo sin pensar demasiado.
Quizás, hasta podrías confeccionar una lista de las diez cuestiones más importantes si te dieran minutos adicionales. Por desgracia, la obstinación viene en todos los modelos de esposos y esposas. Defender tus derechos y tusopiniones es una parte esencial de tu naturaleza y de tu modo de ser. Sin embargo, es perjudicial dentro de una relación matrimonial. Además, puede generar una gran frustración a los dos.
Es verdad, ser obstinado no siempre es malo. Vale la pena defender y proteger algunos asuntos. Sin embargo, demasiadas veces discutimos por temas insignificantes, como el color de la pintura para la pared o la elección de restaurantes.
Por supuesto, otras veces, lo que está en juego es mucho más importante. Uno quiere hijos; el otro no. Uno desea irse de vacaciones con otros familiares; el otro no. Uno cree que es hora de buscar ayuda profesional para el matrimonio o de participar más en una iglesia; el otro no. Aunque quizás estas cuestiones no afloren todos los días, vuelven a salir a la superficie y no terminan de desaparecer. Parece que nunca te acercaras a una solución o un acuerdo.
Solo hay una manera de salir de puntos muertos como estos, y es encontrar una palabra opuesta a la obstinación, una que mencionamos antes, cuando hablamos sobre la amabilidad. Se trata de disposición. Es una actitud y un espíritu de cooperación que debería impregnar nuestras conversaciones. Y el mejor ejemplo es Jesucristo, como se lo describe en Filipenses 2:5-11. Sigue la evolución de Su amor abnegado… Como Dios, tenía todo el derecho de rehusar transformarse en hombre, pero cedió, y lo hizo… porque estaba dispuesto. Amó, cooperó y estuvo dispuesto a hacer la voluntad de Su Padre en vez de la propia. La actitud de la disposición, la flexibilidad y la sumisión humilde. Significa entregar por el bien de los demás lo que tienes derecho a reclamar para ti.
Lo único que se necesita para que tus peleas actuales continúen es que los dos permanezcan atrincherados e inflexibles; pero cuando uno de ustedes dice “ Estoy dispuesto a hacer las cosas a tu manera en esto”, la discusión se termina.
“Bueno, pero quedaré como un tonto. Perderé la batalla. Perderé el control”. En realidad, ya has quedado como un tonto al ser la cabeza dura y negarte a escuchar. Ya perdiste la batalla dándole más importancia al problema que a tu matrimonio y la valía de tu cónyuge. Quizás ya hayas perdido el control emocional diciéndole cosas hirientes y personales.
La manera sabia y amorosa de actuar es comenzar a abordar los desacuerdos con la disposición de no insistir en que las cosas se hagan siempre a tu manera. Es más, tu disposición a reconsiderar puede hacer que el otro baje la guardia y también recapacite.
En lugar de tratar a tu cónyuge como a un enemigo o como alguien de quien protegerse, comienza a tratarlo como a tu amigo más íntimo y honrado. Valora sus palabras. No, no siempre estarán de acuerdo. No tienen por qué ser un calco el uno del otro. Si lo fueran, uno de los dos sería innecesario. En cambio, las diferencias entre ustedes están para que se escuchen y aprendan mutuamente. ¿Estás dispuesto a ser flexible para demostrarle amor a tu cónyuge? ¿O no quieres ceder debido al orgullo? Dejar de lado tus derechos será una manera amorosa de deleitar y honrar a la persona que amas. Será bueno tanto para ti como para tu matrimonio.
El desafío de hoy: Demuestra amor al decidir de buen grado ceder en un área de desacuerdo entre tú y tu cónyuge. Dile que pondrás primero sus preferencias.
(extraído del libro Desafío del Amor, Kendrick)