Día 26: El Amor es responsable
La responsabilidad personal es uno de los requisitos más importantes del amor.
Es lo que determina si un matrimonio será una unión gloriosa o un fracaso devastador.
Es insensato, por ejemplo, que un hombre desee tener hijos saludables y una excelente intimidad en el dormitorio, pero que no levante un dedo para ayudar a su esposa en la casa o con la crianza de los hijos.Es insensato que una mujer espere tener estabilidad financiera y un matrimonio feliz, pero gaste sin límite y se niegue a satisfacer las necesidades sexuales de su esposo. El amor y la sabiduría nos llevan a no descuidar nuestras responsabilidades.
¿Qué me dices de ti? ¿Cómo estás honrando lo que prometiste en el altar?
¿Tu matrimonio florece bajo tu cuidado o está marchitándose?
¿Estás dejando que tu cónyuge lleve todo el peso o buscas maneras de aliviarle la carga? El amor nos llama a hacernos completamente responsables de nuestro compañero en el matrimonio. Nos llama a amarlo, valorarlo y ayudarlo. Nos llama a hacernos responsables de algo más en nuestro matrimonio: nuestros propios errores.
Somos sumamente rápidos para justificar nuestras faltas; rápidos para desviar la crítica; para criticar a nuestro cónyuge, a quien siempre es más fácil culpar. Pero el amor no culpa al otro ni justifica las equivocaciones. No pone excusas. En cambio, enfrenta la realidad en lo que respecta a debilidades y fallas personales que necesitan ser tratadas.
Así que, la próxima vez que estés en medio de una discusión con tu cónyuge, detente a escuchar. ¿Qué sucedería si en lugar de negar todo, culpar al otro y preocuparte por lo que vas a responder, recibieras la reprensión con humildad y te hicieras responsable de tus errores? El amor es sabio y complaciente. Está dispuesto a admitir y corregir sus errores. A confesar, arrepentirse y cambiar. Anhela restaurar la relación con el otro. ¡Eso es amor!
Quizás pase un tiempo hasta que se cree en ti un verdadero corazón arrepentido. El orgullo resiste a la responsabilidad, pero la humildad y la sinceridad ante Dios y hacia tu cónyuge son cruciales para una relación estable.
¿Te haces responsable de tus errores? ¿Algo de lo que le has dicho o hecho a tu cónyuge está mal? La negación nos lleva a vivir una mentira, pero recibimos misericordia de Dios cuando confesamos.
Lo mismo sucede en el matrimonio. El perdón trae increíbles progresos. Puede derribar paredes de resistencia, reconstruir puentes en la relación, destapar tuberías de comunicación y volver a encender sentimientos de afecto. No obstante, para hacerlo en forma sincera, debes tragarte el orgullo y buscar el perdón, sin importar cuál sea la respuesta de tu cónyuge. Tu responsabilidad de resolver con valentía tus propios problemas no debería verse afectada por la respuesta amable o fría de tu cónyuge. Si eres sincero, tal vez te sorprenda la gracia y la fortaleza que el Señor te concede al dar este paso. El amor siempre nos impulsa a aceptar nuestra responsabilidad.
El desafío de hoy: Separa tiempo para orar por las áreas en que eres responsable y en las que has obrado mal. Pídele perdón a Dios y luego confiésalas a tu cónyuge. Hazlo con sinceridad. Pídele perdón a tu cónyuge. Sin importar cómo responda, asegúrate de cumplir con tu responsabilidad en amor.
(extraído del libro Desafío del Amor, Kendrick)
