Día 33: El amor completa al otro
En el final triunfal de la creación, Dios hizo el primer matrimonio al tomar a un hombre y quitarle una parte para darle forma a la mujer. En este misterio del matrimonio, dos personas pueden unirse y volverse una.
Nuestros cuerpos, están hechos el uno para el otro. Nuestros caracteres y temperamento proporcionan equilibrio y nos permiten completar las tareas con más eficacia. Nuestra unidad puede producir hijos, y nuestro trabajo en equipo como padres es la mejor manera de criarlos para que tengan salud y maduren.
En donde uno es débil, el otro es fuerte. Cuando uno necesita que lo edifiquen, el otro está preparado para realzar y animar. Podemos multiplicar las alegrías mutuas y dividir las penas. Tus dos manos no solo coexisten mutuas, sino que multiplican la efectividad entre sí. Y para obrar con éxito, ninguna está completa sin la otra.
Quizás uno de ustedes cocine mejor, mientras que el otro sea más meticuloso para lavar los platos. Ella puede ser más dulce y mantener la paz entre los miembros de la familia, mientras que él maneja la confrontación y la disciplina en forma más directa y eficaz. Él quizás tenga una buena mentalidad de negocios, pero necesita que ella le recuerde que debe ser generoso. Cuando aprendemos a aceptar estas distinciones en nuestra pareja, podemos evitar la crítica y pasar directamente a ayudar y apreciar al otro.
Sin embargo, algunos parecen no poder superar estas diferencias. No las toleran, y como resultado, pierden muchas oportunidades. No aprovechan la singularidad que hace que cada uno sea más eficaz cuando incluye a su cónyuge.
Dios hizo a las esposas para que completen a sus maridos y les da un discernimiento que muchas veces los hombres no tienen. Si se ignora, a menudo es un perjuicio del hombre que toma la decisión. Cuando Dios miró a Adán y dijo <le haré una ayuda idónea> (Génesis 2:18), el Creador sabía lo que hacía. Era consciente de que los hombres necesitan ayuda. Intentan funcionar solos, pero muchas veces fracasan. Un hombre que tiene a una esposa dispuesta a ayudarlo a cumplir el plan de Dios para su vida tiene un tesoro invalorable.
El matrimonio es una de las maneras únicas de Dios para demostrarnos que no somos autosuficientes, que la efectividad de nuestro vínculo depende de que trabajemos juntos.
No intentes analizar las cosas solo. No le quites a tu cónyuge el derecho a expresar su opinión en cuestiones que afectan a ambos. El amor comprende que Dios los ha unido a propósito. Juntos son mejores que sus partes independientes. Se necesitan. Se completan.
El desafío de hoy: Reconoce que tu cónyuge es esencial para tu éxito futuro. Hoy mismo, déjale saber que deseas incluirlo en tus próximas decisiones, y que necesitas su opinión y su consejo. Si en el pasado has ignorado sus aportes, admite tu descuido y pídele que te perdone.
(extraído del libro Desafío del Amor, Kendrick)
