Día 34: El amor celebra la piedad
Cuanto más se acerquen a Dios tú y tu cónyuge, más amor habrá en el matrimonio (Juan 13:34-35). Nuestra función como esposo o esposa mejora muchísimo al crecer como cristianos. Junto al Señor, tenemos acceso diario a Su caja de herramientas para el matrimonio. Su amor boicotea cada acto de odio, cada engaño sutil y cada plan infiel.
Pero en esos días en los que, como creyentes, nos negamos a depender de Dios en oración, a caminar n Su amor y a obedecer Sus mandamientos, nos secamos espiritualmente. Entonces, nuestro cónyuge y nuestra familia tienen que lidiar con las consecuencias.
Caminar en comunión con Dios es mejor que mil libros sobre matrimonio o sesiones de terapia, por más útiles que sean estos recursos. Los hombres que caminan cerca de Dios cada día no engañan ni degradan a sus esposas. En pocas palabras, una de las prioridades principales para tu matrimonio debería ser cultivar a diario tu relación con Dios, mientras celebras el crecimiento espiritual en tu cónyuge.
Eres una de las personas con más influencia en la vida de tu cónyuge. Él querrá complacer a la persona que más te elogie. ¿Has usado tu influencia para llevar a tu esposo o esposa a honrar a Dios?
El amor se regocija más en las cosas que agradan a Dios. Cuando tu cónyuge crece en el carácter cristiano, persevera en la fe, busca la pureza, da y sirve con alegría (se vuelve responsable en el ámbito espiritual dentro del hogar).
Para una mujer, debería ser conmovedor ver a su esposo fuerte humillarse ante Dios. Un hombre debería sentirse inspirado al ver que su esposa vive con convicción y pasiones espirituales profundas.
A veces, al acepar la opinión de la cultura moderna sobre qué celebrar de nuestro cónyuge, podemos ser culpables de alentarlo a pecar; quizás alimentando la vanidad o las actitudes machistas. Sin embargo, <el amor no se regocija de la injusticia>, ni de la nuestra ni de la del otro. En cambio, <se alegra con la verdad>. La búsqueda de la piedad, la pureza y la fidelidad (permanecer firmes y sin transigir en la vida) es la única manera de agradar a Dios.
Pero ¿qué sucede si tu cónyuge no es creyente? ¿Cómo puedes defender la conducta piadosa si tu pareja no cree en Dios y no quiere someterse a Su voluntad? Pablo instruyó a los creyentes a ser fieles a sus cónyuges incrédulos, a orar por ellos y a ser ejemplo ante ellos en reverencia a Dios (1 Corintios 7:10-16). Es cierto, esto puede generar burla en algunos matrimonios. A veces, quizás sientas que solo estas impidiendo que tu cónyuge vea a Jesús en ti. Pero permanece en oración, sé respetuoso y amoroso. Dios no ha terminado su obra en tu cónyuge.
El desafío de hoy: Busca un ejemplo específico y reciente de cuando tu cónyuge haya demostrado el carácter cristiano de una manera evidente (con fe, amor, honestidad, paciencia, amabilidad, servicio, compasión, humildad, etc.). En algún momento del día, elógialo por esto.
(extraído del libro Desafío del Amor, Kendrick)