Día 27: El amor alienta
El matrimonio suele alterar nuestra visión. Entramos con la expectativa de que nuestro cónyuge satisfaga nuestras esperanzas y nos haga felices; pero esto es imposible. Así que, nuestras expectativas poco realistas generan desilusión. Cuanto más altas sean tus expectativas, más probable será que tu cónyuge te falle y cause frustración.
En cambio, si son lo suficientemente realistas como para comprender que su cónyuge es humano, olvidadizo, y a veces, débil y desconsiderado, te alegrarás más cuando el otro sí sea responsable, amoroso y amable.
El divorcio es casi inevitable cuando las personas no permiten que sus cónyuges sean humanos. Así que debe haber una transición en tu forma de pensar. Decide vivir guiado por el estímulo en lugar de expectativas.
Es probable que, en el futuro, tu cónyuge sea igual a lo que ha sido durante los últimos diez años, aparte de tu estímulo amoroso y de la intervención de Dios. Por eso, el amor se concentra en la responsabilidad personal y en mejorarse a uno mismo en lugar de exigir más de los demás.
¿Tu cónyuge siente que vive con un inspector? ¿Vive siempre nervioso o temeroso de no estar a la altura de tus expectativas? ¿Diría que la mayor parte de los días percibe tu desaprobación más que tu aceptación?
Quizás tu respuesta seria que el problema no es tuyo, sino de tu cónyuge. Si en verdad falla en muchas áreas, ¿qué culpa tienes? Crees que los dos deben hacer todo lo posible para que el matrimonio funcione. Tal vez tu cónyuge piensa que eres demasiado crítico, pero tú crees que las cuestiones que sacas a relucir son legítimas. No dices que eres perfecto, pero deberías poder señalar áreas genuinas de problemas.
El problema con esta mentalidad es que pocas personas pueden responder a la crítica con alegría. Cuando tu cónyuge se da cuenta de que no estás contento con él (ya sea por una confrontación directa o porque lo ignoras con frialdad), es difícil que no se sienta desanimado en lugar de motivado.
Después de todo, a diferencia de cualquier otra amistad, cuando comenzó la relación con tu cónyuge, los dos hacían lo imposible por complacer al otro. Nunca imaginaste que llegaría el momento en que casi todo lo que hiciera el otro te parecería errado e incluso te costara querer a esta persona.
En vez de colocar a tu cónyuge en una posición ideal para rebelarse, el amor le ofrece gracia y le da lugar para ser él mismo. Aun si eres una persona exigente, perfeccionista e inclinada a obtener resultados, el amor llama a guiar con el ejemplo y no a forzar las mismas expectativas sobre el desempeño de tu cónyuge. El matrimonio es una relación para disfrutar y saborear en el camino de la vida. Es una amistad única diseñada por Dios mismo, en la cual dos personas viven juntas en imperfección, pero la enfrentan alentándose y edificándose mutuamente, en lugar de agobiarse y menospreciarse.
¿Acaso no quieres que a vida de casado te permita expresarte con libertad y crecer dentro de un ámbito seguro, donde recibas aliento aun cuando fracases? Tu pareja también lo desea, y el amor le da ese privilegio. Si tu cónyuge te ha dicho más de una vez que lo haces sentir derribado y derrotado, es necesario que tomes en serio estas palabras. Para comenzar, puedes bajar su nivel de tensión; no agotarlo ni agobiarlo.
Deja de esperar que tu esposo o esposa comprenda todo lo que piensas, desee todo lo que anhelas y logre todo lo que esperas. Por más que quiera hacerlo no puede. En cambio, que tu aprecio lo inspire. Deja que tus palabras lo lleven a una nueva altura.
El desafío de hoy: Elimina de tu hogar el veneno de las expectativas poco realistas. Piensa en una o dos áreas donde tu cónyuge te haya dicho que esperas demasiado, y dile que lamentas haberle exigido tanto. Elógialo por algo positivo y afírmale tu amor incondicional.
(extraído del libro Desafío del Amor, Kendrick)