Día 11: El amor valora

Considera estas dos situaciones:
Un hombre posee un auto viejo que comienza a tener problemas importantes, así que lo lleva al mecánico. Debido a las costosas reparaciones, el hombre decide deshacerse del auto y gastar su dinero en un nuevo vehículo. Otro hombre, un ingeniero, tiene un accidente en el que una máquina le aplasta la mano. Aunque se siente frustrado y adolorido, usa de buena gana sus ahorros para que lo traten, le coloquen yeso, y luego, con esmero cuida la mano durante los meses siguientes hasta que se restaura.

El problema en nuestra cultura es que al matrimonio se lo suele tratar como en la primera situación; como una posesión desechable. Cuando hay problemas, te animan a cambiar a tu cónyuge por un “modelo más nuevo”. La verdad es que el matrimonio se parece más a la segunda situación. Es parte de ti. El cónyuge también. El matrimonio es un misterio hermoso creado por Dios, en el que se unen dos vidas en una. Comienzan compartiendo la casa, la misma cama y el mismo apellido. Su identidad como individuos se fusiona. Pero en algún momento del camino, experimentan desilusión y dolor. El vínculo se quiebra y se instala la realidad aleccionadora de que te casaste con una persona sumamente imperfecta.

La vida es fría e impredecible. La tensión cada día puede desgastarnos. A veces, las relaciones son difíciles y atraviesan temporadas invernales, en lugar de tener cálidos días primaverales. Entrar y tocar, acariciar y abrigar con ternura la vida y el corazón de nuestro cónyuge es responsabilidad nuestra, por encima de otra persona. Cuando le demuestras amor a tu cónyuge, también te demuestras amor a ti mismo.

Sin embargo, esta moneda tiene dos caras. Cuando maltratas a tu pareja, también te maltratas a ti mismo. Ahora las vidas de ambos están entretejidas. Es hora de permitir que el amor cambie tu forma de pensar, de entender que tu cónyuge forma parte de ti tal como tu mano, tu ojo o tu corazón. Con esta perspectiva, reflexiona cómo tratas el cuerpo físico de tu cónyuge. Así como proteges la seguridad y el bienestar de tu propio cuerpo, deberías atesorar cada parte de tu cónyuge como un regalo invalorable. Cuando miras a tu cónyuge, lo que ves es parte de ti. Así que trátalo bien. Habla bien de él. Sustenta y cuida al amor de tu vida.


El desafío de hoy: ¿Cómo puedes entibiar el corazón de tu cónyuge? Busca oportunidades de aportar calidez al frío de su vida. Si es posible, genera contacto físico inesperado y tierno. Elige un gesto que exprese “te cuido”, y hazlo con sinceridad.


(extraído del libro Desafío del Amor, Kendrick)

 

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