Día 13: El amor pelea limpio
Te guste o no, el conflicto en el matrimonio es sencillamente inevitable.
Cuando se casaron, no solo unieron sus esperanzas y sus sueños, sino también sus heridas, sus temores, sus imperfecciones y su bagaje emocional. En poco tiempo, tu pareja comenzó a deslizarse de tu elevado pedestal y tú del suyo. La cercanía forzosa del matrimonio comenzó a despojarte de tu fachada pública, y a exponer tus problemas privados y tus hábitos secretos.Al mismo tiempo, las tormentas de la vida empezaron a probar y revelar de qué estabas hecho en verdad. Las demandas laborales, los problemas de salud, las discusiones con los suegros y las necesidades financieras estallaron con distinta intensidad, añadiendo presión y calor a la relación. Todos atraviesan lo mismo, pero no todos sobreviven.
Poner en práctica el desafío de hoy no alejará todos los conflictos de tu matrimonio pero sí te ayudará a abordar el problema de manera tal que, cuando lo atraviesen, su relación se vea enriquecida. Es probable que el daño más profundo y desgarrador que puedas hacerle (o que le hayas hecho) a tu matrimonio ocurra en pleno conflicto, porque es cuando tu orgullo es más fuerte. Si el conflicto desenfrenado toma el control y ninguno de los dos pone el pie en el freno, un matrimonio puede estar bien el lunes y comenzar a venirse abajo el martes.
Sin embargo, el amor interviene y cambia las cosas. Te recuerda que tu matrimonio es demasiado valioso como para permitir que se autodestruya, y que el amor por tu cónyuge es más importante que cualquier asunto por el que estén peleando. Las parejas casadas que aprender a resolver sus diferencias suelen tener más unidad, más confianza, más intimidad, y disfrutan de una conexión mucho más profunda. La manera más sabia es aprender a pelear limpio, estableciendo reglas de juego saludables. En esencia, hay dos clases de límites para lidiar con el conflicto: los límites de pareja y los límites personales.
Los límites de pareja son reglas que los dos acuerdan de antemano y que se utilizan durante cualquier pelea o altercado. Si se rompen estas reglas, cualquiera de los dos tiene derecho a hacerlas respetar, con amabilidad, pero de inmediato. Podrían incluir:
1. Nunca mencionaremos el divorcio.
2. No traeremos a colación temas del pasado y sin relación.
3. Nunca pelearemos en público ni frente a nuestros hijos.
4. Nos tomaremos un descanso si el conflicto alcanza un nivel peligroso.
5. Nunca tocaremos al otro para hacerle daño.
6. Nunca nos iremos a dormir enojados.
7. El fracaso no es una opción. Pase lo que pase, lo resolveremos.
8. Nunca nos diremos malas palabras
9. Si uno de los dos pide que bajemos el tono de voz, el otro la bajará sin refunfuñar.
Los límites personales son reglas prácticas por tu cuenta. Aquí tienes algunos de los ejemplos más efectivos:
1. Escucharé antes de hablar. El que escucha primero tiene siempre la ventaja en una pelea. Es necesario abordar temas sensibles haciendo preguntas con respeto, en lugar de saltar a conclusiones o acusar sin pensar.
2. Abordaré mis propios problemas con franqueza. Admitir rápidamente en qué te equivocaste y pedir perdón primero, desarmas a tu cónyuge y neutralizas las municiones que usaba en tu contra, mientras das el ejemplo para que el otro también enfrente sus errores.
3. Hablaré con dulzura y no levantaré la voz. La gente suele imitar al enemigo en una pelea. Cuanto más intenso te pongas, más intensa se pondrá la otra persona. Cuanto más humilde y tierno seas, más humilde y tierno será el otro. Que tu forma de hablar esté adornada de amor, sin importar lo que digas. Pelear limpio significa cambiar de armas; disentir con dignidad. Significa tender un puente en lugar de quemarlo. El amor no es una pelea, pero siempre vale la pena pelear por él.
El desafío de hoy: Habla con tu cónyuge con respecto a establecer reglas de juego saludables. Si no está listo para esto, anota tus reglas personales para respetarlas durante discusiones. Decide cumplirlas cuando vuelva a surgir un desacuerdo.
(extraído del libro Desafío del Amor, Kendrick)