Día 3: Sé generoso
El egoísmo y el amor están en permanente oposición.
Mientras el amor nos pide que nos neguemos a nosotros mismos por el bien de otra persona, el egoísmo nos apremia a centrarnos en nuestras necesidades a expensas de los demás. El egoísmo es como una enfermedad que ahoga nuestra capacidad de amar.
Cuando escogemos centrarnos en nosotros mismos, nos volvemos cada vez más difíciles de tratar, más dependientes, demasiado susceptibles y exigentes. Entonces cuando las cosas no salen como esperamos, juzgamos a los demás con dureza sin ver nuestras fallas.
La cultura nos enseña a concentrarnos en nuestra apariencia, sentimientos y deseos personales como si fueran nuestra prioridad fundamental. “Me merezco…”, “espero…”, y “quiero…” son bocadillos que alimentan el egoísmo.
Lamentablemente todos traemos arraigados el egoísmo desde el nacimiento. Puedes verlo en el comportamiento de los niños y a menudo en el maltrato de los adultos.
El matrimonio pone en evidencia nuestro egoísmo. Cuando un esposo coloca sus intereses y prioridades antes que a su esposa, o cuando una esposa se queja sin parar del tiempo y energía que gasta para satisfacer las necesidades de su esposo. El mal humor, y la queja son egoísmo disfrazado. La pereza y la irresponsabilidad son otras máscaras que usa. Jactarse y hacer alarde. Enojarse con facilidad. Hablar demasiado. No escuchar nunca. La lista sigue y sigue. Aún los actos de generosidad pueden ser egoístas si la motivación es jactarse o recibir una recompensa.
Al leer esto, ¿te concentraste en la tendencia de tu cónyuge de hacer alguna de estas cosas, pero ignoraste la tuya?, ¿Por qué tenemos parámetros tan bajos para nosotros mismos y expectativas tan altas para nuestro cónyuge?. La respuesta es cruda: todos luchamos con el egoísmo.
El amor no busca lo suyo y encuentra su satisfacción en las necesidades de los demás. Elegir amar a tu cónyuge hará que digas “no” a lo que quieres para decir “sí” a lo que el otro necesita. No quiere decir que nunca puedas satisfacerte, pero no invalidas la felicidad de tu cónyuge para poder disfrutar personalmente.
Siempre es placentero estar con individuos que están dispuestos a dejar de lado sus celos y exigencias para perderse en el gozo de amar, servir y dar a los demás. Cuanto más aprendas a resistir a tu naturaleza egoísta, más fuerte, amoroso, y feliz serás.
Si el desafío de hoy te resulta difícil de digerir y te frustra la idea de sacrificar tus deseos para beneficiar a tu cónyuge, quizás tengas un problema más profundo con el egoísmo de lo que quieres admitir.
Hazte las siguientes preguntas:
• ¿En verdad quiero lo mejor para mi cónyuge?
• ¿Quiero que sienta que lo amo?
• ¿Creerá que quiero lo mejor para él?
• ¿Me percibe como alguien que primero busca su propio bienestar o el de él?
Recuerda, tu cónyuge también tiene el desafío de aprender a amar a una persona egoísta. Decide ser el primero en demostrarle el verdadero amor, con plena conciencia de lo que haces. Muéstrale cómo es, con tu ejemplo inesperado. Y al final los dos se sentirán más satisfechos.
El desafío para HOY:
Las cosas a las que les dediques tu tiempo, energía y dinero cobrarán más importancia para ti. Es difícil que te importe algo en lo que no inviertes. Además de refrenarte de comentarios negativos, cómprale algo a tu cónyuge que le comunique: “Hoy estuve pensando en ti”.
Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros. Romanos 12:10
(extraído del libro Desafío del Amor, Kendrick)